Pedro Enrique de Ibarreta y Uhagon, nació en Bilbao el 8 de agosto de
1859, en el seno de una familia aristocrática, una de sus hermanas fue
dama de honor de la reina María Cristina. Ingresó en la Escuela Militar
de Ingenieros en Guadalajara, donde se destacó por su clara inteligencia
y sus condiciones naturales de líder entre sus condiscípulos. Su padre,
al enterarse que se había batido a duelo con un condiscípulo,
consideró que su hijo no era digno de pertenecer al ejército y lo retiró
del colegio, sin concluir sus estudios.
Se radicó en nuestro país, primero en Buenos Aires, luego en Córdoba,
donde revalidó su título, y después a Rosario. Se desempeñó como
Ingeniero Geógrafo; en tal carácter trabajó en la mensura de un campo de
100 leguas, propiedad del banquero Carlos Casado del Alisal, en el
Chaco santafecino. En mayo de 1895, emprendió una nueva expedición, esta vez al alto
Paraguay y la frontera con Brasil en busca de yacimientos auríferos,
emprendimiento que, también, por poco no termina trágicamente, ya que él
y sus acompañantes fueron rescatados por un vaporcito de una compañía
harinera que operaba en Puerto Deseado, Paraguay, en pésimo estado
físico.
El proyecto sufrió una postergación al incorporarse en calidad de
voluntario a las fuerzas de su patria que luchaban en cuba. Participó de
numerosos combates mereciendo por el valor demostrado una importante
condecoración y un grado de oficial que le auguraba un destino brillante
en la carrera de las armas.
En 1897 regresó a Buenos Aires donde
se proveyó de un equipo y de la información disponible para concretar
su aspiración de navegar en el Pilcomayo en toda su extensión, partiendo
de Bolivia.
Enrique de Ibarreta se quedó en el campamento con Telésforo Burgos,
el peón enfermo, y con Manuel Díaz. Cerca del campamento de Ibarreta se
encontraba una toldería pilagás gobernada por el cacique Cubataga,
quienes mantenían un trato cordial con los exploradores, ganándose la
confianza de Ibarreta.
En una oportunidad visitaron el
campamento, con el pretexto de vender una oveja los hijos del cacique
Juanito y Danasagi. Mientras Juanito entretenía a Ibarreta tratando la
venta del ovino, Danagasi acercándose sigilosamente, le aplicó de atrás
un golpe de macana hundiéndole el cráneo; después lo degollaron a Díaz y
saquearon el campamento, Burgos corrió la misma suerte. Este relato que
los indios tobas hicieron a José Fernández Cancio, comerciante de
Clorinda, gran amigo de los indios.
Cuando hablamos de descubridores españoles nuestra mente
viaja a los lejanos tiempos del siglo XVI y XVII, cuando el orbe parecía ser
poco para el ávido explorar de nuestros compatriotas. Pero he aquí que tenemos
exploradores y descubridores a la vuelta de nuestra historia.
Personajes que han caído en el profundo olvido por parte de
sus compatriotas y de la historia. Uno de esos personajes, cercano en el
tiempo, pero remoto por su espíritu de lucha y de sacrificio en estos tiempos
egoístas es Enrique de Ibarreta.
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